Estimado Pepe, tu despedida nos ha dejado un poco más solos a todos.
A lo largo del tiempo que hemos caminado juntos has sido un ejemplo de buen maestro, de maestro vocacional y del que se podía aprender tantas cosas, con solo escuchar…
Recuerdo muchos pequeños detalles diarios, porque de eso construías el día a día, de pequeños detalles anónimos, cargados de significado, compromiso y guiados por unos fuertes principios que regalabas a todos los que te rodeaban: al alumnado, a los compañeros y compañeras, a las familias….a tu querida familia.
Como olvidar los días que nos reuniamos al finalizar la semana para compartir, con otros compañeros veteranos, historias cargadas de saber hacer, de serenas reflexiones y de autocrítica. Esta autocrítica, innata en ti, siempre me sorprendió y admiré. Siempre estabas dispuesto a repensar tu actuación para poder hacerla mejor, más perfecta. Recuerdo que varias veces, el último día de clase del curso escolar, me comentabas que esto o aquello no te había gustado del todo y que al año siguiente lo ibas a mejorar. Como un recién llegado a la profesión.